miércoles, 22 de octubre de 2014
"Podemos" especular
Voy a especular sobre el
asunto. Es una forma de intentar aclararme las ideas al respecto. De entrada,
olvidaré las encuestas que solo les daban un escaño en las europeas y, coherentemente,
olvidaré las que les dan el tercer puesto, incluso el segundo, en las
preferencias de los españoles, siempre, claro está, detrás del Partido Popular.
Y, llegado el momento, no compararé los incomparables votos en las europeas con
los de las locales y no solo porque son dos lógicas muy diferentes sino, sobre
todo, porque Podemos no puede/quiere presentar candidatos diferenciados en
todas las localidades mientras que las europeas fueron de circunscripción
única.
Mi especulación es sobre el
futuro y es obvio que se abren dos escenarios extremos: Podemos se deshincha o
Podemos sigue adelante.
El primer escenario lo he
visto, a su vez, en dos versiones: la de los que piensan que se deshincha ya y
la de los que creen que se deshinchará después de las locales una vez toquen
poder. El argumento de estos últimos es claro: una cosa es predicar y otra dar
trigo. En efecto, una cosa es hacer promesas sobre las que no se tiene ninguna
posibilidad de influir y otra distinta sería decidir si se iban a aprobar unos
presupuestos, un plan general o una ordenanza de basuras o votar en un
parlamento autonómico. Ahí te quiero ver, dicen estos, como ha sucedido con
otros "alternativos" enfrentados a decisiones concretas en contextos
concretos.
La hipótesis de que se puedan
deshinchar antes de dichas elecciones, me parece algo descabellada. Evoca una
forma de pensar que oculta deseos inconfesables propios de los que no les daban
ni un escaño en las elecciones pasadas. De todas formas, esta posición tiene su
base en las divisiones internas entre “jerárquicos” y “asamblearios” (las
etiquetas son mías). El segundo
escenario es algo más complicado. Suponiendo que no se deshinche ahora ni
después de las elecciones locales, ¿qué puede especularse sobre lo que puede
suceder después, ante las elecciones generales? Se me ocurren, también aquí,
dos opciones: que tengan una victoria como para formar gobierno o que se queden
como un partido marginal. Claro, formar gobierno tendría que ser con una
mayoría suficiente para ello, cosa que, a estas alturas, no parece probable, o
en alianza con alguno de los partidos "casteros", lo cual no dejaría
de ser una curiosa ironía, más propia de los partidos "casta" que de
quienes se han opuesto verbalmente a la misma.
Obvio que no hay por qué
descartar una mayoría suficiente como para gobernar solos. A pesar de las
alegrías de la "recuperación", sigue habiendo motivos más que
probables como para saber que ni el austericidio/reforma local, ni el
estancamiento europeo, ni las dificultades estadounidenses, ni la inestabilidad
guerrera, financiera y petrolera mundial pueden hacer disminuir el número de
indignados ante tanta corruptela y manipulación, indignados que gustosos darán
su voto a quien se enfrenta a los que se presentan (exageradamente) como únicos
causantes de esta debacle: el bipartidismo. Será (o sería) interesante ver cómo
pondrían en práctica lo que fue su programa para las europeas si es que lo
trasladasen a las generales. No sería el primer caso en que, de nuevo, una cosa
es predicar en campaña electoral (cuando todo vale) y otra dar trigo (cuando lo
que hay son habas contadas y una soberanía todavía más reducida gracias a
Maastricht).
Pero como el triunfo no lo da
la imposible constatación de sus prácticas (a no ser que su paso por
ayuntamientos y autonomías sea un desastre, cosa difícil de imaginar en estos
politólogos), sino su programa (antecedentes: los 800.000 puestos de trabajo
del PSOE y las -incumplidas- promesas
del PP que le dieron la mayoría absoluta), ese triunfo no es descartable y,
mucho menos, si, como sucedió con esas dos victorias, fuese acompañado por la
descomposición, ahora, de los dos partidos que han estado pudiendo formar
gobierno.
Queda la posibilidad de un
interregno de partido minoritario, al estilo UPyD, de cuya inercia hacia la
victoria final no dudo, pero que creo que yo ya no vería (demografía manda).
Que han generado nuevas
identificaciones (las hay de Podemos como las hay del Barça) y que su voto, en
muchos casos, es efecto de un cálculo racional, es algo fuera de toda
especulación. Lo que queda por ver es qué da de sí y hasta cuándo y dónde. La
respuesta queda en manos de sus militantes y sus votantes. No en manos de las
encuestas y opinadores varios, favorables o contrarios.
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